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Boletín Digital

Aprovechar el potencial de la Economía Social para acabar con la desigualdad

Aprovechar el potencial de la Economía Social para acabar con la desigualdad

A pesar de los logros alcanzados en la última década, la economía social sigue siendo en gran medida "invisible" en las cuentas y estadísticas nacionales de toda Europa, señala en una tribuna para EuroEFE el presidente del Comité Económico y Social Europeo (CESE)Luca Jahier, quien considera "necesario un cambio de modelo", y que se reconozca a la economía social "su contribución al desarrollo social y económico de la UE". 

(Las opiniones vertidas en esta tribuna reflejan exclusivamente la posición de sus autores, y no pueden ser atribuidas a EuroEFE.EURACTIV.es ni a ninguno de los asociados de la red europea de EURACTIV ni a la Agencia EFE)

Cuando hablamos de desigualdad, deberíamos recordarnos a nosotros mismos que, día tras día, una buena parte de la economía europea genera beneficios a personas distintas del inversor o el propietario. Las cooperativas, las mutualidades, las asociaciones sin ánimo de lucro y las fundaciones forman parte de esa comunidad tan dinámica que constituye la economía social.

A pesar de los logros alcanzados en la última década, la economía social sigue siendo en gran medida invisible en las cuentas y estadísticas nacionales de toda Europa. Es necesario un cambio de modelo, y se ha de reconocer a la economía social su contribución al desarrollo social y económico de la UE, ya que desempeña un papel considerable a la hora de resolver toda una serie de cuestiones sociales y económicas.

La economía social europea engloba a más de dos millones de empresas, lo que equivale al 10 % del total en la UE. A su vez, estas empresas de la economía social emplean a más de trece millones de personas, aproximadamente el 6,3 % de los trabajadores de la Unión.

Esta cifra no es baladí. Algunas de estas compañías han contribuido a solucionar algunos de los retos que afronta Europa, como la integración social de los inmigrantes, proporcionándoles asistencia social y sanitaria, vivienda, formación y educación, así como trabajo e inclusión activa.

Unas empresas de la economía social capaces de hacer frente a las dificultades económicas

En los últimos diez años, el número de puestos de trabajo en este sector ha crecido un 40 % en toda Europa, convirtiéndose en un elemento significativo para el crecimiento en la UE. Además, la economía social ha demostrado ser la más resistente a las dificultades económicas, ya que sus empresas han salido en gran medida ilesas de la crisis económica y financiera. Las empresas sociales son también el motor de la innovación social, que ha sido fundamental para dar respuesta a la creciente necesidad de asistencia y cuidados de aquellas personas que no pueden valerse por sí mismas y, en particular, los mayores y las personas con discapacidad.

Con su actuación, han potenciado en numerosos casos la participación de las mujeres en el mundo laboral, no solo mediante su implicación directa en las empresas de la economía social, sino también prestando nuevos servicios para la infancia y las familias. Al mismo tiempo, las empresas de la economía social han promovido la creación de oportunidades de empleo para las personas desfavorecidas, prestando especial atención a las personas en riesgo de exclusión social grave, como las personas con discapacidad, las personas con problemas mentales o las personas que padecen alcoholismo o drogadicción. Las empresas de la economía social se han ganado el derecho a ser protagonistas a la hora de promover el modelo social europeo.

En el Comité nos hemos centrado en apoyar y fomentar la economía social como motor fundamental del desarrollo económico y social en Europa durante la última década. Creo firmemente que la economía social ilustra y propugna los valores sobre los que se construyó la Unión Europea. Se trata de un rasgo esencial de la dimensión social de Europa, y es tanto una oportunidad como un vehículo de participación ciudadana, responsabilidad y apropiación de nuestro futuro sostenible.  

España, entre los líderes de la economía social

En España, la economía social ha crecido de forma sostenida y, de hecho, este fue el primer país europeo que aprobó una ley nacional de economía social, ya en 2011. Hoy por hoy, las empresas españolas de la economía social generan el 7,7 % de los puestos de trabajo en el mercado laboral. Además, la Estrategia Española de Economía Social 2017-2020 ya arroja resultados sorprendentes, con la creación de un total de 3 100 nuevas empresas, que supusieron la creación de casi 13 000 nuevos puestos de trabajo entre 2016 y el tercer trimestre de 2017.

A nivel regional, en la última década se han llevado a cabo buenas prácticas en Andalucía y Murcia, donde se han registrado las mayores tasas de desarrollo de cooperativas del país. Al mismo tiempo, Barcelona destaca por sus planes locales para potenciar las empresas sociales y basadas en la solidaridad.

Uno de los ejemplos más inspiradores entre las empresas de la economía social en España lo constituye La Fageda, una de las explotaciones agropecuarias de mayor éxito de Girona, con producción láctea de la mejor calidad. Además de sus objetivos comerciales, esta empresa de la economía social persigue otra finalidad: mejorar las condiciones de vida de personas que padecen enfermedades mentales, brindándoles ante todo la oportunidad de trabajar e integrarse en la sociedad.

La economía social aguarda todavía su reconocimiento

Si miramos al conjunto de la UE, podemos constatar que la repercusión de la economía social en el crecimiento económico y el empleo difiere entre los distintos países de la UE. El concepto de economía social se reconoce de manera generalizada tanto en España como en Francia, Bélgica o Luxemburgo, lo que conlleva un considerable impacto en el empleo de estos países.  A modo de ejemplo, este sector representa en Bélgica, Italia, Luxemburgo, Francia o los Países Bajos entre el 9 y el 10 % del empleo total. Mientras tanto, en los nuevos Estados miembros de la UE la economía social sigue siendo un sector reducido y relativamente débil que apenas emplea a menos del 2 % de la población activa.  

Hemos de hacer más visible este componente de la economía, ya que es una piedra angular no solo para el empleo y la cohesión social en toda Europa, sino también para construir y consolidar un pilar europeo de derechos sociales. Existe un potencial desaprovechado para vincular las dimensiones interna y externa de la economía social en la UE, especialmente en las relaciones con nuestros vecinos en tiempos de crecientes turbulencias e incertidumbres políticas y económicas. Corresponde tanto a los dirigentes europeos como a la sociedad civil in situ explotar este potencial. En la lucha contra la desigualdad se hace camino al andar, y el primer paso es reconocer el rostro humano de la economía social.

Por Luca Jahier, Presidente del Comité Económico y Social Europeo (CESE)

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